Era guapa, muy guapa, extremadamente bella, y más aún si se analizaban sus rasgos por separado. Su pelo, lacio y dorado, caía sobre sus hombros y adornaba su rostro perfecto. Los ojos, color turquesa, dejaban una estela brillante allá por donde pasaban. Sus labios destacaban rojizos en una impoluta piel, perfilándose aún más carnosos.
Belleza Divina
leer más